Iglesia de San Clemente de Taüll (Lleida). RománicoFachada del Real Monasterio de Santa María de Guadalupe (Cácerees). Gótico
Lonja de la Seda de Valencia (Valencia). Gótico
Publicado por Viajes National Geographic
"El Capricho" Cantabria. Modernismo
En Comillas abunda la buena arquitectura, pero seguramente el edificio que más llama la atención es Villa Quijano, o popularmente conocida como 'El Capricho'. Su imagen, que recuerda a una especie de pastel fabuloso, es bien conocida: destaca el ladrillo visto, los azulejos y su torre rematada en minarete. Y si su exterior es impresionante, no lo es menos el interior. Todo el concepto fue diseñado por Antoni Gaudí, máximo exponente del Modernismo catalán, y la obra pertenece a su etapa más orientalista.
Plaza de España (Sevilla). Regionalismo
Su arquitectura es tan especial que lo mismo ha servido para rodar películas de ciencia ficción como Star Wars II o películas de aventuras como Lawrence de Arabia. Lo cierto es que este es uno de los monumentos estrella de la ciudad de Sevilla. Para muchos, todo un espectáculo de luz y uno de los monumentos más espectaculares de Europa (también una de las plazas más famosas del mundo). Fue una de las construcciones principales de la Exposición Iberoamericana de 1929 y fue diseñada como la obra cumbre de Aníbal González siguiendo la corriente regionalista.
Torre de Hércules (La Coruña). Neoclasicismo
Aunque sus orígenes se remontan a tiempos incluso más allá de la llegada de los romanos a tierras gallegas, la fachada actual es fruto de la remodelación neoclásica llevada a cabo durante el siglo XVIII. Si se pasa por alto su estética, se puede decir que es el único faro romano y el más antiguo en funcionamiento del mundo.
Edificio Torres Blancas (Madrid). Brutalismo
Los viajeros con gusto por la arquitectura contemporánea tienen una cita irrenunciable en la Avenida de América, 37 de Madrid. Allí se encuentra este edificio que parece salir del sueño de una distopía futurista. En realidad se trata de una de las obras cumbre del brutalismo español, diseñada por Francisco Javier Sáenz de Oiza. Quedó tan satisfecho del resultado que escogió el edificio como su residencia habitual.
Real Sitio de San Lorenzo de El Escorial (Madrid). Renacimiento
Si solo se pudiera visitar un monumento para conocer el Renacimiento Español, sin duda sería este: El Escorial (como se le conoce popularmente) es un fiel representante de las aspiraciones ideológicas y culturales del “Siglo de Oro” español. El complejo, construido entre 1563 y 1584, incluye un palacio real, una basílica, un panteón, una biblioteca, un colegio y un monasterio. Es la obra cumbre del manierismo clasicista y su arquitectura funciona como puente entre el plateresco renacentista al clasicismo. Desde 1984 que es Patrimonio de la Humanidad.
Real Colegiata Basílica de San Isidoro (León). Románico
Es uno de los conjuntos arquitectónicos de estilo románico más destacados de España. Entrar en la Colegiata de San Isidoro es un emocionante viaje al pasado. Todo él es una verdadera maravilla, pero destacan especialmente las pinturas románicas presentes en el Panteón Real. El museo alberga una de las piezas medievales más fascinantes y controvertidas de las que se encuentran en España: el cáliz de doña Urraca.
Sacra Capilla del Salvador del Mundo (Jaén). Renacimiento
Las dos localidades jienenses de Úbeda y Baeza son las joyas del Renacimiento andaluz. Ambas forman un conjunto monumental excepcional reconocido como Patrimonio Mundial de la Unesco. Tiene una parada obligatoria en la plaza Vázquez de Molina, en el barrio del Alcázar de Úbeda. Allí se concentran tres de las grandes obras que en Úbeda dejó el arquitecto Andrés de Vandelvira: la Capilla del Salvador (al fondo y en la imagen del test); el palacio del Deán Ortega y el palacio de Vázquez de Molina.
Real Monasterio de Santa María de Poblet (Tarragona). Cisterciense
Aparece el gran el gran cimborrio octogonal en el horizonte como santo y seña de este Real Monasterio, declarado Patrimonio de la Humanidad. Es el elemento más singular dentro de la estética cisterciense, caracterizada por hacer gala de ascetismo y pobreza. Un estilo fácilmente reconocible que se sitúa al final del románico, como transición a un gótico inicial.
Iglesia de Santa María del Naranco (Asturias). Prerrománico
Más que un monumento, el Palacio de Ramiro I, ubicado en la falda del monte Naranco, es casi un símbolo asturiano. Su bella mampostería y el lugar donde se ubica hacen de él una síntesis de belleza arquitectónica. Una perfección lograda en el año 842 que constituye el mayor tesoro del "ramirense" (dentro del prerrománico asturiano).
La iglesia fue consagrada exactamente el 10 de diciembre de 1123 y no hay ningún género de duda al respecto: la datación está grabada en piedra, en una inscripción hallada en una de sus columnas que se conserva actualmente en el Museo Nacional de Arte de Cataluña (MNAC). Es la estrella de la corona entre las iglesias románicas catalanas del Valle de Bohí, conjunto que por su excepcional valor fue reconocido como Patrimonio de la Humanidad.
La Sala de Contratación o Salón Columnario concentra la máxima realización del gótico valenciano, un bosque de columnas que se abren en un ramillete de bóvedas de crucería de gran altura. Toda una filigrana arquitectónica diseñada originalmente por el maestro Francesc Baldomar que deja asombrados a los visitantes y que por ello fue declarada, en 1996, como Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.
Aunque en todo el conjunto se puede apreciar una suma de estilos que comprende desde el gótico al neoclásico, pasando por el mudéjar, renacentista y barroco, su fachada principal (en la imagen) y su claustro son bellos ejemplos del estilo gótico
Catedral - basílica de Nuestra Señor del Pilar (Zaragoza). Barroco
La silueta inconfundible de la Catedral-Basílica de Nuestra Señora del Pilar con sus 11 cúpulas es el símbolo más emblemático de la ciudad además de una lección magistral de arquitectura. Aunque sus orígenes se remontan a una iglesia dedicada a Santa María Virgen del siglo IX, lo que hoy se ve responde al templo barroco que en 1670, Juan José de Austria, por entonces Virrey de Aragón, ordenó construir en ladrillo aragonés.