Cuando alguien por necesidad se ve obligado a abandonar su tierra deja jirones de vida en el lugar que le vio nacer,, pero se lleva consigo la semilla al lugar de acogida.
Allí sembrará a lo largo de toda la vida e irá recogiendo el fruto incluso
después de la muerte. Su vida fructificará
en los recuerdos de sus
descendientes, que le tienen presente y le rinden el homenaje que se merece.
La tierra de mis ancestros, la que les vio nacer, la
de sus desvelos … Hoy quiero llenar el vacío de mi olvido merecido en el viento
de la indiferencia. Fue un derroche de amor, de lealtades y de alegría.
No quisiera citar a nadie porque seria injusto olvidar a otros. Mis hermanos y yo tenemos una deuda eterna de gratitud con la tierra de nuestros padres y abuelos Motril (Granada) una bonita, noble y leal población de
Andalucía con bastante
similitud con la población de Cataluña donde actualmente resido, ciudad que ayer dejó de ser madrastra para
convertirse en una madre amparadora y agradecida.
Para los que
viven, la vejez tiene connotaciones pocos gratas o tal vez demasiado triste, que exigen
contra nuestra voluntad poner lágrimas donde
ayer sólo había palabras, situar temblores donde en el pasado sólo existía la
firmeza. Espero que Dios me ayude a no olvidar
en el corto espacio que le resta
a mi vida. Sobre todo aquella época, en la que hoy aún creo, en el mar, en las rosas, en la rectitud
de los caminos. Un aire de paz tranquilizante en cuyo seno llegan a
desvanecerse los viejos recuerdos ingratos de mi niñez. El hombre no se revela
en su historia, sino que lucha a través de ella.
Para dar
vida a la vida, Dios, Dios ha creado la
palabra. Y la palabra es siempre el
sostén y la sangre del recuerdo. La palabra se corta en el fuego, se construye
en el aire y se edifica en el cristal. Es todo y es nada, pero la palabra hoy a
mi me ha ofrecido el regreso a mi antigua alegría, que empieza a borrar con
fuerza los restos de las penas antiguas.
No tires piedras en el manantial donde has bebido.
Debemos ser modelo de lealtad y personas de honor, como símbolo de amor con nuestra tierra madre. Y en la nueva tierra que nos acogió, y sembrar nuevos horizontes.
José Castillo Rubiño.
Socio Nº 875 A.R.G.C.T.

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