Más que por exigirlo de un modo ineludible la índole
de esta Revista, los
trabajos de colaboración han de llevar al pie la firma de sus autores, en el deseo de dar una deferente
prueba de consideración á los colaboradores reconociendo autoridad á sus firmas; la insignificancia de mi personalidad bien puede
consentir una excepción: y si
esto se toma como un alarde de mentida modestia, haré unas breves consideraciones que quizás permitan
atender mi ruego,
autorizándome por esta vez á firmar con pseudónimo, máxime cuando no es para encubrir procacidades, ni pretexto
para
tratar asuntos profesionales traspasando
determinados límites.
Cierto que es lícito ocuparse en publicaciones de esta índole de profesional y técnico, porque ese es su objeto; pero no demos demasiada amplitud al concepto de esos vocablos.
El art. 329 del Código de Justicia militar veda, entre otras
cosas, ocuparse de lo
que pueda suscitar antagonismos entre los distintos organismos del Ejército, los juicios y opiniones
sobre actos de las
autoridades, y lo que se refiera á proyectos sometidos á las Cortes ó á asuntos que sean de resolución del
Gobierno.
Con esto basta para no poder escribir de los asuntos más técnicos, profesionales y de mayor interés para el Cuerpo; y
aunque
la tolerancia es costumbre que pudiera
considerarse ley, ciertamente que se vería interrumpida al no ser el escrito
halagador y conforme al
criterio, gustos é inclinaciones que inspiraron aquella tolerancia.
No es dado transcribir tampoco de los sueldos, del haber y del acuartelamiento, porque la Ordenanza prohíbe decir
que es corto el sueldo, poco el prest é incómodos y malos los cuarteles; y todo esto y aquello, que es permitido tratarlo á los profanos, que sólo tienen
motivo de conocerlo por
afición á las cuestiones militares ó por referencia, está vedado á los profesionales, no obstante
ser los únicos que pueden conocerlo, y tenemos razón, motivo y deber de saberlo.
He aquí razones bastantes á justificar
esa tolerancia en la firma. Baste, pues, lo dicho de más en cuestión tan trivial
como esta, para entrar á
ocuparnos del asunto que nos proponemos tratar: de los haberes de la tropa.
Estar en la
Guardia civil lleva una vida de estrechez y de privaciones incompatible con la representación que ostenta en los pueblos, y nada apropiada para mantener su prestigio, pues no
otra cosa puede
suceder dado lo reducido del haber, que se halla en desproporcionada relación con las penalidades, sacrificios é
importancia del servicio que
prestan los individuos del Cuerpo.
Un artículo de
la Cartilla dice que el desaliño en el vestir
infunde desprecio, y esta es una gran verdad, deducida de una
preocupación social que
arrastra á tener pocas consideraciones á quien no va bien portado. Rufianes con levita son bien mirados y
suelen hallar abiertas todas las puertas y ser objeto de generales atenciones, que
seguramente no se guardan á
la hombría de bien si la encubre una ropa raída.
Para costearse
el uniforme, el guardia civil hace un sacrificio; sus hijos van pobremente vestidos y mal calzados;
nadie en los pueblos va más modesto
que ellos. Aun viviendo con la mayor economía, pocos son los que en muchas ocasiones no tienen que
comprar al fiado,
esperando liquidar sus atrasos cuando se perciba la ansiada cuota al término del período de reenganche, cuota
que á veces tarda más de un
año en percibirse después de devengada, porque el Estado presupuesta para pluses y premios de reenganche una tercera parte menos de lo que importa.
Cuando
sobreviene una concentración algo avanzado el mes, muchos de los que concurren á ella tienen que
llevarse el poco dinero que queda en
casa, dejando á la familia para ir viviendo la buena voluntad de algún tendero conocido. El
anticipo del plus de concentración hay veces que no evita que suceda lo que decimos, porque no alcanza á cubrir los gastos que se
originan.
Ese soldado de
dos pesetas cincuenta y ocho céntimos diarios de haber, es el llamado á contener las demasías y evitar los daños que en las propiedades intentan las masas de obreros huelguistas, airados y violentos cuando no se les aumenta el ya
crecido jornal de cinco, seis ó
más pesetas diarias.
Tal es la
realidad, expuesta sin eufemismos ni frases convencionales que la dulcifiquen; y esto sólo lo sabemos los que
por estar en contacto con
ellos, podemos apreciar el sacrificio y las privaciones con que viven.
Cuando se creó
la Guardia civil se asignaron á la tropa haberes proporcionados para vivir, no con esplendidez, pero sí con holgura y con el decoro que correspondía á soldados que,
como primer elemento para
llenar su misión, han de contar no sólo con ese prestigio que conquista la conducta ejemplar, sino
con el que se alcanza con
ciertos detalles externos de la vida no sufriendo estrecheces y privaciones; y esto proporcionó también y mantuvo
durante muchos años la ventaja de constituir un estímulo para que aspirase á venir á la Guardia civil lo más florido
de los soldados veteranos de los
regimientos. Hoy sólo solicitan ingresar en ella, los que no encuentran colocación en otra parte.
Medítese lo que
representan 2 pesetas 38 céntimos diarios para sostener una familia (comer y vestir); téngase en
cuenta lo que cuestan los
artículos de primera necesidad, y se podrá formar juicio de cómo vivirá el guardia. El plus de reenganche constituye, sí, un aumento en el haber, pero bien
insignificante, porque aún con él no llega á tres pesetas diarias; esto lo
alcanzan sólo los veteranos, que cobran el
doble plus á los diez y seis años de servir como voluntarios.
Para formarse
idea de lo que representaban los haberes en 1844, cuando se creó la Guardia civil, y lo que son hoy,
bastará considerar que el sargento
tenia 1,095 pesetas anuales y el guardia 821,25, y comparar estos haberes con el sueldo de 947 pesetas que percibía el alférez de infantería; aquel tenía 108
pesetas más; el guardia sólo 65,75 menos; hoy la proporción ha variado mucho; el sargento percibe 991 pesetas menos, es
decir, una diferencia de 1.000 pesetas con relación á la que existía en el año 1844.
El dato es muy
elocuente, por cuanto se evidencia que no se ha atendido á ir mejorando los haberes de la tropa
de guardia civil, en relación á lo que se ha considerado que las
necesidades de la vida han ido imponiendo con el. Con una parquedad que traspasa los linderos de la
tacañería, se han concedido
á la tropa del Instituto dos aumentos de haber desde 1844 á la fecha; uno, en 1873, de
un real diario; y otro, de igual suma en el transcurso de los años para aumentar los demás
sueldos e igual suma hace cuatro años; ahora se habla de
conceder otro real más, sin comprender que sueldos que en sesenta y seis años han sido mejorados en tan
reducida cuantía, mientras otros se han duplicado, necesitan algo más, si es que la concesión se hace
persuadidos de que el guardia civil no puede vivir hoy. El de nuevo
ingreso, que no cobra plus de reenganche, tiene asignadas entre haber, gratificación de pan y
combustible 80 pesetas 95 céntimos; pero como ha de
pagar el vestuario con el descuento de 15 pesetas mensuales, y además sufre otros para la
Asociación de Socorros
Mutuos, Asilos y alumbrado del cuartel, percibe líquidas 62 pesetas 75 céntimos. Con
esta cantidad, un hombre casado y con hijos, que se ve precisado á comer algunos días fuera del puesto por razón del servicio, es imposible que
tenga para la manutención de
su familia; para vestir y otras atenciones, sabido es que no puede tener.
El que á los
cuatro años de permanencia en el Cuerpo empieza ya á percibir plus de reenganche, reúne al mes 88
pesetas 45 céntimos; pero como sufre
descuento para cubrir el fondo de hombres, que nunca llega á estar completo, porque á él se carga
el importe de las prendas de
vestuario que han de irse reponiendo, y frecuentemente también hay que hacer anticipos por apremiantes
necesidades que obligan á los individuos á
solicitarlos; y como á más de ese descuento mensual de cinco pesetas para cubrir su fondo, sufre los de Socorros Mutuos, Asilos y gastos de cuartel,
que en junto pueden
calcularse en 8 pesetas 25 céntimos, resulta que cobra 80,20: unos diez reales y medio diarios.
Con relación á la resistencia á gravar el presupuesto, sino se ha hecho mucho, lo representa el perseverante empeño en alcanzar las mejoras que se han logrado en los últimos cuatro años, y acusa un vivo interés en quien no desmaya en tan meritoria labor; con relación á lo que el Estado ha debido hacer para mejorar la situación de esos soldados, se ha hecho lo menos que podía hacerse; porque á más de que hay que remediar esa vida de estrechez y privaciones que arrastra el guardia, no puede perderse de vista o que exige la consideración y el prestigio de que éste ha de hallarse rodeado, como base de fuerza moral; y ni ésta, ni consideración, ni prestigio hay, cuando la situación en que se vive por la escasez de recursos, inspira lástima hasta á las clases más modestas de la sociedad.
MARCIAL MOCHILA
Revista Técnica de la Guardia Civil número 6 de 30 de Junio de 1910

Los sueldos que siempre se han cobrado en la Guardia Civil, han sido lamentablemente insuficientes y miserables , hemos estado siempre a la cola de todos los funcionarios del Estado.
ResponderEliminarUnido , a que hasta no hace mucho tiempo, no estábamos incluidos en el Régimen de la Seguridad Social y teníamos que pagar las visitas médicas y los medicamentos.
Como ya soy un veterano ( no viejo) y hablando personalmente lo vivido, cada vez que llevábamos a algún hijo al pediatra, teníamos que pagar por la visita 500 pesetas y luego el importe de las medicinas en la farmacia . ( Hablo del año 1965 ).
En Vera ( Almería) , el año 1961 al médico le pagaba el Estado 25 pesetas y a la comadrona y al practicante 5 pesetas ( mensualmente ), por atender a 7 familias que pertenecíamos a la Agrupación de Tráfico. ( Ya en aquellas fechas NOS parecían ridículas dichas cantidades).
Luego se llevaba al ayuntamiento la receta , le ponían un sello y te daban el medicamento en la farmacia sin pagar nada ( claro lo pagaba el Ayuntamiento).
Y volviendo a mi pasado , mi sueldo eran 433 pesetas con 33 céntimos mensuales ,cuando ingresé en la Guardia Civil año 1955.
Como curiosidad os diré que mi tatarabuelo paterno, que se retiró de la Guardia Civil el año 1877 ( le quedó un sueldo de 28 pesetas mensuales ). NO creo que pudiera tener muchos ahorros y pienso que con éste retiro , lo que habrá tenido pasar para poder sacar adelante a su familia.
Aparte de todo hemos sobrevivido y hay que reconocer que los tiempos han cambiado afortunadamente para todo el mundo y para la Guardia Civil y el pasado queda atrás como una simple anécdota.
En el artículo anterior que nuestro compañero Luciano ha puesto en el blog ( los haberes de la Tropa ), se puede apreciar con claridad lo que representaba el valor de UNA PESETA , en aquella fecha y dentro de nuestro Cuerpo.